Si amigos, el paraíso del queso existe, literalmente.
Lo encontramos en Parma, a pocos kilómetros de la ciudad. Era nuestro tercer día viajando en Italia, y el segundo que nos pegábamos un buen madrugón. Pero el que algo quiere, algo le cuesta, y hay sitios que solo puedes visitar a ciertas horas del día, como por ejemplo la fábrica donde producen el auténtico queso parmesano, o como se dice en Italia, Parmigiano Reggiano.
Descubriendo el paraíso del queso
Mis neuronas estaban muy espesas aquella mañana, me costó arrancar. Pero un ligero aroma a leche en proceso de queso hizo que mi nariz despertara. Y seguidamente, todos los sentidos. Qué hambre desde la mañana, mamma mia!
Allí estaban los trabajadores desde primera hora de la jornada trabajando sin parar, al pie del cañón. En la elaboración del queso cada minuto que transcurre es fundamental para conseguir una calidad suprema, y eso, una vez nos pongamos a degustarlo, en la mesa se nota.
Mientras el queso se formaba en unos enormes tanques de leche junto a otras propiedades para que fuera cuajando, fuimos a cotillear otras salas como la Sala di Riposo…
el Salatoio…
… y finalmente, la casa de los sueños de cualquier rantoncillo: la Sala di Stagionatura.
Ahí estaban, ante nosotros, pasillos llenos de cientos y cientos de quesos. Y no cualquier queso, era el auténtico queso parmesano de primera calidad, una de las delicias más deseadas entre los amantes del queso.
En ese momento volví a vivir uno de esos instantes de felicidad que me surgen de vez en cuando. Por un lado, porque me encanta el queso, y por el otro… ¡¡¡esos pasillos eran de anuncio!!! Parecía que los habían colocado para la foto, así, tan fotogénicos ellos. Torres y torres de queso. Queso parmesano. Gozada. Gozada para hacer fotos. Gozada para oler. Gozada para hacer hambre nivel estómago de león.
Ni Adri, ni Ignacio, ni yo nos íbamos a ir de allí sin darle un mordisco a esos enormes quesos (¡los hacen gigantes!), pero antes, fuimos a ver cómo los sacaban de aquellos tanques que vimos al principio, para meterlos en moldes.
Y ahora sí, ya con la boca hecha agua, llegó la hora de degustar el Parmigiano Reggiano. Probamos el de 12 meses, el de 24 y el de 36. Es curioso cómo le cambia el sabor a un mismo queso con el transcurso del tiempo. Y qué te voy a decir, nada que ver con los que venden en los supermercados, ¡nada!
Así que si viajas a Parma y te gusta el queso, no desaproveches la ocasión de probar el auténtico queso Parmigiano Reggiano, y dale placer a tu paladar.
Ah, y que no se te olvide avisarme para que te encargue que me envíes un trozo, que el que traje está volando 😉

Hola Ainara, un trabajo excelente, lo comparto en nuestro perfil de facebbok de El Queso Casín.
https://www.facebook.com/quesocasin
¡Muchas gracias Fernando! Un abrazo
Jo, qué buena pinta. Si me meten a mí ahí estaría en mi salsa: ¡adoro el queso! Debe de ser muy pero que muy guay ver cómo lo elaboran y probarlo insitu. Geniales las fotos 🙂
¡Muchas gracias Eva! La verdad es que hacen un queso tremendamente bueno. No sé qué va a ser de mi vida cuando se me gaste el de casa 🙁 ¡Un abrazo guapa!
Hola Ainara!
Me ha encantado este reportaje!. ¿Te acuerdas del nombre de la fabrica de quesos? ¿o donde estaba?
Muchas gracias ! y las fotos son geniales!!!