La mejor pasta a la bolognesa que he comido en mi vida, lo hice en Bologna (obviamente), y ocurrió en nuestro segundo día en la ciudad. Después de recorrer sus calles por sus históricos rincones como la antigua universidad y la Piazza Maggiore, había que reponer fuerzas. Para ello, nos dirigimos a la Osteria Del Cappello que se encuentra en pleno centro, uno de los mejores restaurantes de Bologna en mi opinión, y verás por qué.
Descubriendo la Osteria del Cappello, el restaurante donde comí la mejor pasta a la bolognesa de mi vida
Su acogedora decoración ya de primeras te anima a entrar dentro del establecimiento. Nos sentamos en una mesa, y mientras esperábamos la comida nos dimos cuenta que el posa platos eran un juego de mesa. Muy bien pensado para entretener un poco el cerebro que no paraba de enviar señales al estómago diciéndole lo bien que olía ese aroma a comida recién hecha que salía desde la cocina. Original y práctico.
De pronto, llegó a nuestra mesa uno de los platos más típicos de Bologna: Tagliatelle ala bolognese (taglia… que? Bueno, algo parecido a los tallarines. Qué cantidad de nombres de pasta tienen en Italia por dios). El plato tenía buena pinta sí, pero no pensaba que me sabría tan a gloria o más que aquel arroz meloso con setas que comí en Zelai Zabal. Estos son los platos por los que toman sentido frases como “comer es placer”. Sabes que algo está realmente bueno cuando tus compañeros no levantan la vista ni dicen ni mu hasta comérselo todo, todo, todo. Qué gusto.
Llegó el segundo plato también. En esta ocasión era un plato de pollo con cebolla y Parmigiano Reggiano (sí, el mismo que olisqueamos en el paraíso del queso). Espectacular. No hay palabra que mejor lo describa.
Y por último, el postre, la guinda del pastel. Silvia, nuestra guía, nos adelantó que nos iba a gustar, y mucho. Mi mente aún estaba asimilando el buen sabor de boca que me dejaron los dos primeros platos, hasta que de pronto apareció la torta tenerina con crema di mascarpone. Una delicia DE VICIO. Tanto, que no pude evitar pegarle un mordisco antes de hacer la foto.
Salí del restaurante feliz. Feliz porque una cosa es probar lo más típico de un sitio, pero que encima si lo que has comido está terriblemente bueno, quieres volver si o si. Y en mi caso, no es que quiera, ¡es que NECESITO volver a Bologna para comer la mejor pasta a la bolognesa de mi vida otra vez!
Y volveré. Lo prometo.
